¿Crees que por saber algo las personas cambian o mejoran su comportamiento? GI Joe era un personaje de cómic y más tarde de animación que solía decir lo siguiente: «saber algo es tener media batalla ganada». ¿Estás de acuerdo con esta idea?
Si hay un problema que define al ser humano es la ilusión del conocimiento. Somos esas personas que a menudo, por haber adquirido unos aprendizajes teóricos, pensamos que podemos conquistar el mundo. Más tarde, la realidad y sus intrincados desafíos nos dan un baño de humildad. El auténtico aprendizaje lo da la práctica y no solo los libros.
Podríamos decir que vivimos en ese mundo donde hay muchos ignorantes que creen saberlo todo (el efecto Dunning-Kruger) y donde los altamente competentes, a menudo, creen que no lo son (síndrome del impostor). Esta tremenda ironía se ha definido desde siempre al ser humano y de algún modo, entorpece también los avances y contribuciones a nuestra sociedad.
La sabiduría, el conocimiento y cualquier competencia se asienta con el ejercicio cotidiano de quien aplica su sapiencia en las más diversas situaciones. No basta solo con leer o incluso tener un título para actuar con acierto e incluso para ser feliz. Esto configura una falacia interesante que definió la doctora Laurie R. Santos y Tamar Gendler, y que lleva un nombre de lo más original…
A veces, aun sabiendo lo que es mejor para nosotros, no lo llevamos a cabo. saber algo no es tener media batalla ganada
La falacia de GI Joe: ¿en qué consiste?
GI Joe fue, inicialmente, un cómic creado por David Breger para los soldados estadounidenses que lucharon en el frente durante la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, se convirtió en un exitoso programa de dibujos animados en los años 80 que solía enseñar a los niños alguna lección. Al final del capítulo siempre utilizaban la siguiente expresión: «ahora lo sabes y saber es tener media batalla ganada».
¿Cómo negarlo? Esa frase tenía gancho, y marcó a toda una generación. aguerridos soldados buscaran que los niños interiorizaran ideas como las de no confiar en aquellos desconocidos o no cruzar la calle con el semáforo en rojo. Ahora bien, años después, Laurie Santos, científica cognitiva, y la filósofa Tamar Gendlerembajadores de la Universidad de Yale, acuñaron un término inspirándose en esta serie.
La falacia GI Joe señala que el conocimiento no siempre es útil. Dicho de otro modo, en ocasiones, el conocimiento no hace que ya tengamos media batalla ganada. A veces, ni siquiera nos permite tener ni el 10% de una victoria. Un ejemplo son los fumadores. Todos ellos son conocedores de los efectos nocivos de este hábito, pero esto no sirve para que lo dejen.
En ocasiones, es más sencillo adquirir conocimientos que aplicar esos aprendizajes de manera práctica
A veces, saber algo te sirve de poco
El conocimiento no siempre nos permite alcanzar el éxito ni mediar en decisiones acertadas. No toda la información que nos llega o que adquirimos la usamos de manera adecuada. Sabemos que hacer deporte y llevar a cabo una alimentación equilibrada repercutirá en nuestra salud y en nuestra esperanza de vida. Sin embargo, buena parte de la población es sedentaria y viene de forma inadecuada.
Es muy posible que un GI Joe aconsejera en aquellos años a los niños que comieran verduras, pero lo más probable es que muchos vieran los programas merendando productos ricos en azúcares. Todos recibimos información correcta que no siempre seguimos, y no lo hacemos porque lo que nos condiciona de verdad son los hábitos.
Trabajos de investigación, como los realizados en la Universidad de Utrecht, profundizan en esto mismo. Todos deseamos mejorar nuestro estilo de vida a largo plazo, pero el bajo autocontrol y la fuerza de los hábitos suelen impedir el alcancemos esas metas. Es decir, saber lo que es bueno para uno no es garantía de que en algún momento demos el paso para llevar a cabo.
La mente racional y sus sesgos
Un claro ejemplo de cómo actúa la falacia de GI Joe son las fobias. La persona que teme volar sabe que hay pocas posibilidades de que ese avión se estrelle, pero el miedo persiste. Es más, el coche tiene un riesgo mayor, pero a pesar de ello no teme coger el volante y conducir durante horas. Saber algo no evita que nuestros miedos se disipen.
Otra muestra de esta falacia la tenemos en las campañas de marketing. Todos sabemos que, entre 11. 99 y 12.00 solo hay un céntimo de diferencia, pero esas cifras que terminan en «99» siempre tendrán mayor intención de compra. Conocer que nuestra mente racional está en realidad dominada por infinitos sesgos, no evita que sigamos cayendo en ellos.
Del conocimiento a la práctica, lo que cuenta es la acción.
No importa que tengas diez títulos y dos doctorados; importa cómo ejerzas tu profesión. Tampoco tiene importancia cuántos libros sobre felicidad te lea al año; importa lo que hagas con la información que obtengas. La falacia de GI Joe nos dice que el saber no es media batalla ganada, el conocimiento solo es útil cuando lo llevamos a la acción.
Es el acto lo que importa, es nuestra capacidad para romper viejos hábitos lo que nos permitirá hacer de esa información recibida, algo bueno, algo que medie en el éxito o el bienestar. Ahora bien, dar ese paso no es sencillo y es esencial que sepamos dar el paso a nuevas herramientas, a nuevos procesos que faciliten dicha acción.
Tomemos nota de esas dimensiones que deberíamos promover para «ganar batallas reales».
- Saber controlar los impulsos.
- Saber regular el estrés.
- Planificar nuestras acciones.
- Aplicar una buena motivación.
- Ser responsables de nuestros actos y evaluar los resultados.
Todos sabemos que las personas arrastramos con nosotros muchos sesgos y prejuicios, pero rara vez nos detenemos a revisar los que cada uno llevamos con nosotros
Conclusión
Dicen que el saber no ocupa lugar, pero ¿de qué nos sirve atesorar conocimientos o disponer de un buen número de información que no aplicamos en nuestro beneficio? Es cierto que los GI Joe ya están pasados de moda y que pertenecen a otro tiempo, pero la falacia de GI Joe persiste y está muy arraigada en nosotros.
Revisemos nuestros hábitos de conducta y de pensamiento. Sabemos que muchos de ellos no son saludables y no medianos en nuestra felicidad. El conocimiento es poder solo si lo situamos a nuestro servicio, así que hagámoslo, pasemos a la acción y promovamos cambios más saludables.
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